viernes, 24 de julio de 2009

JHOANN PAUL FRIEDRICH RICHTER (1763-1825)



Hay más bien una semejanza,una metáfora cuando se dice que el romanticismo es el sonido moribundo y onduloso de una cuerda o de una campana que se pierde alejándose y concluye por extinguirse por completo para nosotros,no sin haber resonado todavía en nuestro oído,cuando ya había cesado fuera de nosotros,así también un rayo de luna es al mismo tiempo una figura y un ejemplo romántico.La claridad dudosa del romanticismo era tan extraña a los griegos,que el mismo Platón,aunque poeta,aunque próximo a la elevación cristiana,sólo expresa la relación de nuestro finito estrecho con la morada brillante,con el cielo estrellado de infinito;por medio de la alegoría mezquina y tortuosamente dibujada de una caverna,en cuyo fondo estamos encadenados,viendo pasar ante nosotros las sombras de los seres reales que desfilan a nuestra espalda.
Si la poesía es una especie de profecía,la poesía romántica es en especial presentimiento de un porvenir demasiado grande para tener cabida aquí abajo: así las flores románticas nadan a nuestro alrededor como semillas desconocidas que provienen de un nuevo mundo,no descubierto aún,y que el mar,que une todas las partes del universo,llega a las costas de la
Noruega.


De, Introducción a la Estética - Versión de Julián de Vargas - Editorial Hachette - Buenos Aires - 1976

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